lunes, 28 de marzo de 2011

Nunca me abandones


Título original: Never Let Me Go
Año: 2010
País: EE.UU. & Reino Unido

Dirección: Mark Romanek
Guión: Alex Garland, basado en una novela de Kazuo Ishiguro 
Producción: Andrew Macdonald & Allon Reich
Fotografía: Adam Kimmel
Música: Rachel Portman 
Montaje: Barney Pilling
Diseño de producción: Mark Digby
Dirección artística: Paul Cripps & Denis Schnegg 
Decorados: Michelle Day 
Vestuario: Rachael Fleming & Steven Noble
Reparto: Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knightley, Izzy Meikle-Small, Charlie Rowe, Ella Purnell, Charlotte Rampling, Sally Hawkins, Kate Bowes Renna, Hannah Sharp, Chrsitina Carrafiell, Oliver parsons, Luke Bryant, Fidelis Morgan, Damien Thomas, Nathalie Richard, Huggy Leaver, Charles Cork, Sylvie Macdonald, David Sterne, Andrea Riseborough, Domhnall Gleeson, Kate Sissons, Amy Lennox, Anna Maria Everett, John Gillespie, Rachel Boss, Lydia Wilson, Monica Dolan, Chidi Chickwe… 

los ladrones de orquídeas

¿Qué tendrán los ladrones de orquídeas? Porque eso es lo que son. O así denomino, personalmente, a esa generación de cineastas que provienen del videoclip. Pero no a todos los que hacen cine después de haber realizado videoclips. No. Tan sólo a aquellos que debido a su juventud, han desarrollado su estilo y estética habiendo integrado las novedades implementadas por un formato audiovisual que, si bien naciera como propuesta comercial, ellos han terminado por convertir en auténtica obra artística. 

Me refiero, indudablemente a artistas multidisciplinares, creadores de videoclips y cineastas con un extraordinario equilibrio entre forma y contenido como Spike Jonze, Michel Gondry, Tarsem Singh, Mike Mills, Chris Cunningham, Anton Corbijn, Jonathan Glazer, Floria Sigismondi o Sofia Coppola, que aunque no haya realizado ningún videoclip, su estética está plenamente identificada con este grupo, no sólo por su sensibilidad estética y la vinculación con Spike Jonze, sino por las magníficas bandas sonoras con las que completa cada una de sus obras cinematográficas.

'Ladrones de orquídeas' hace alusión al título en español con el que se conociera la magnífica obra de Spike Jonze, Adaptation (2002) en su versión original, que tuviera como guionista a Charlie Kaufman, un nombre esencial para este grupo, que ha sabido dotar de una inquietante sensibilidad fantástica y metafísica a unos textos que, en su mayoría y en apariencia, no eran más que sencillas historias de amor protagonizadas por personajes que se hacían preguntas involuntariamente existenciales que acababan transformando los relatos que protagonizaban en unos filmes filosófico-fantástico-románticos, tal y como hace Mark Romanek en la que el que es su tercer largometraje de ficción, Never Let Me Go, titulado en España Nunca me abandones.

Puedes leer la crítica completa en Neo2|blog

Howl


Título original: Howl
Año: 2010
País: EE.UU.

Dirección: Rob Epstein & Jeffrey Friedman
Guión: Rob Epstein & Jeffrey Friedman 
Producción: Elizabeth Redleaf, Christine K. Walker, Rob Epstein & Jeffrey Friedman
Fotografía: Edward Lachman
Música: Carter Burwell 
Montaje: Jake Pushinsky
Diseño de producción: Thérèse DePrez
Dirección artística: Russell Barnes 
Decorados: Robert Covelman 
Vestuario: Jurt and Bart
Reparto: James Francos, Todd Rptpndi, Jon Prescott, Aaron Tveit, David Strathaim, Jon Hamm, Andrew Rodgers, Bob Balaban, Mary-Louise Parker, Heather Klar, Kaydence Frank, Treat Williams, Joe Toronto, Johary Ramos, Alessandro Nivola, Jeff Daniels… 

he visto las mejores mentes de mi generación destruidas por el aburrimiento

Rob Epstein y Jeffrey Friedman tropiezan en Howl con todas y cada una de las piedras en las que tropezara Aullido, el poema del poeta Allen Ginsberg, cuyo editor fuera procesado por publicar lo que unos consideraban una obra vulgar, innecesaria y carente de valores literarios, ofreciéndonos un filme tosco, aburrido y carente de valores cinematográficos, aunque no por ello se les vaya a procesar, ni hubiera que hacerlo.

Los mismos inútiles argumentos que se utilizan en el juicio para desarmar el poema de Ginsberg, sirven para deconstruir la película de Epstein y Friedman. Me sorprende escuchar de boca de uno de los testigos que no se debe convertir la poesía en prosa, cuando eso es justamente lo que parecen hacer Epstein y Friedman haciendo una película que está más cerca de la docu-ficción que de un tipo de cine poético. Cuando se dice que Ginsberg utiliza algunas palabras sucias, soeces y vulgares para impresionar al lector, pero que no se deben interpretar literalmente, Epstein y Friedman ilustran literalmente todas y cada una de las palabras del poema de Ginsberg en esos fragmentos de animación que no parecen otra cosa que una versión edulcorada (edulcorada sí) de Fantasia (1940, James Algar, Samuel Armstrong, Ben Sharpsteen, Ford Beebe, Norman Ferguson, Jim Handley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts & Paul Satterfield). Si en la poesía de Ginsberg es más importante lo que te hace sentir que lo que expresa, la película de Epstein y Friedman está fatalmente planteada porque sólo expresa, sin conseguir estimular otra cosa que no sea conducir todas tus ondas cerebrales hacia la fase R.E.M.

Rob Epstein y Jeffrey Friedman se enfrentan en Howl a su primera obra de ficción, dado que anteriormente siempre habían cultivado el género documental, siendo su obra más conocida El celluloide oculto (The Celluloid Closet, 1995). No sólo es que no dudo en que dominan a la perfección las técnicas del documental, es que no han sabido desembarazarse de ellas porque lo único interesante de Howl son sus intenciones reivindicativas hacia la figura de Allen Ginsberg y su conocido poema. También queda claro que no por ser homosexuales son capaces de contar la historia de otro homosexual.

Asimismo, desastrosa y desafortunada me parece el poco inspirador retrato que del poeta hace el sobrevalorado James Franco, un actor que parece sólo apto para productos comerciales. No basta con fumar sin parar, mover las manos al hablar y fruncir el entrecejo al escribir para parecer intelectual. Por supuesto, los actores que hacen de Jack Kerouac (Todd Rotondi) y de Neal Cassady (Jon Prescott) trasmiten todavía mucho menos, resultando imposible asociarlos no ya con los personajes ilustrados en el poema de Ginsberg o en la inspiradora obra de Kerouac, En el camino (On the Road, 1951), sino que dentro del relato, no hacen justicia a las palabras que se les dedica.

Tan solo David Strathairn es capaz de conmover con la evidente incapacidad de su personaje para entender las palabras que se ve obligado a repetir cada vez que lee un fragmento del poema motivo del juicio. Igualmente inspirados están todos y cada uno de los secundarios relacionados con el juicio, desde el juez interpretado por Bob Balaban, hasta el abogado defensor interpretado por Jon Hamm, además de todos y cada uno de los testigos que incluyen a Mary-Louise Parker, Treat Williams y Jeff Daniels.

Lo que Howl evidencia sin lugar a dudas es que, a pesar de todos los logros y avances técnicos y artísticos de los que podamos disfrutar, nuestra civilización no ha evolucionado en absoluto. Cuantas lamentables similitudes se pueden encontrar entre este juicio al editor del poema de Ginsberg en 1957, con el proceso incoado en España contra el director del Festival de Sitges, Ángel Sala, por programar A Serbian Film (2010, Srdjan Spasojevic) en su festival. Una película que sea buena o mala, mejor o peor que otras, no es más que ficción y nada de lo que sucede a lo largo de la película es en ningún momento real. ¿No deberían también procesar a todos los cines y cadenas de televisión en los que se haya proyectado el magnífico Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci en la que una pareja de desalmados abusaban y asesinaban a un adolescente? Evidentemente no.


Publicada originalmente en EXTRACINE

martes, 22 de marzo de 2011

Gnomeo y Julieta


Título original: Gnomeo & Juliet
Año: 2011
País: Reino Unido & EE.UU.

Dirección: Kelly Asbury
Guión: Kelly Asbury, Mark Burton, Kevin Cecil, Emily Cook, Kathy Greenberg, Andy Riley & Steve Hamiton Shaw, basado en una obra de John R. Smith & Rob Sprackling, adaptada de la obra de Wiliam Shakespeare 
Producción: Baker Bloodworth, David Furnish & steve Hamilton Shaw
Música: Chris Bacon, James Newton Howard & Elton John 
Montaje: Catherine Apple
Diseño de producción: Karen deJong
Dirección artística: Karen de Jong & andrew Woodhouse 
Reparto: James McAvoy, Emily Blunt, Ashley Jensen, Michael Caine, Matt Lucas, Jim Cummings, Maggie Smith, Jason Statham, Ozzy Osbourne, Stephen Merchant, Patrick Stewart, Julie Walters, Hulk Hogan, Kelly Asbury, Richard Wilson, Dolly Parton, Julia Braams, James Daniel Wilson, Tim Bentinck, Julio Bonet, Neil McCaul, Maurissa Horwitz… 

pon un gnomo (o dos) en tu vida

Primera Primera película en solitario de Kelly Asbury que ya colaborara en la dirección de filmes como Spirit: el corcel indomable (Spirit: Stallion of the Cimarron, 2002, Kelly asbury & Lorna Cook) y Shrek 2 (2004, Andrew Adamson, Kelly Asbury & Conrad Vernon), que nos regala con Gnomeo & Juliet, una deliciosa comedia romántica para mayor disfrute tanto del público adulto como del infantil (...).

Ya lo dice el primero de los gnomos que vemos en pantalla, la historia que vamos a ver ya se ha contado antes, pero ahora nos la van a contar de otra manera. O lo que es lo mismo, lo que otros tratan de ocultar con subterfugios inconsistentes, aquí se utiliza para aprovecharlo en beneficio de la historia que hace más hincapié en el conflicto entre vecinos que en la propia historia de amor, y que propone que la venganza y la violencia no causan más que dolor y más violencia.

Este conflicto vecinal quizás se haga más significativo en territorio español al coincidir los colores utilizados por las familias de Gonmeo y de Julieta con los de las fuerzas políticas mayoritarias, siendo el azul el que representa a la derecha y el rojo el que representa a la izquierda. Una coincidencia probablemente fortuita, al contrario que las numerosas alusiones a filmes de éxito que parecen proponer un juego de reconocimiento para el espectador más cinéfilo.

Ver la película en su versión original puede resultar muy gratificante pues, al tratarse de una coproducción entre entre los Estados Unidos y el Reino Unido, nos encontramos con voces tan genuinamente inglesas como las de Michael Caine, Maggie Smith, Jason Statham, Patrick Stewart, Julie Walters o el roquero desfasado Ozzy Osbourne.

Debo reconocer que estaba un tanto escéptico ante uno de los reclamos de la película, las canciones de Elton John —-también productor ejecutivo de la película—-, pues su calidad musical en estos últimos años deja bastante que desear, por lo menos para un servidor. Sin embargo, disfruté como un enano con una secuencia como la que incorpora Don’t Go Breaking My Heart que interpretara a dúo con Kiki Dee, aunque para mi resulta mucho más divertida la versión posterior que hiciera junto a Ru Paul.

Poco más se puede decir de un título que, aunque también se acerca peligrosamente a los parámetros de la querida Toy Story (1995, John Lasseter), tampoco abusa (demasiado) de ellos, centrando su historia en su objetivo argumental inicial y tratando en todo momento de divertir y entretener. Objetivo que, ciertamente, cumple a la perfección, sobre todo, gracias a una deliciosa colección de personajes secundarios.

Publicado originalmente en EXTRACINE

The Mechanic

Título original: The Mechanic
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Simon West
Guión: Richard Wenk & Lewis John Carlino, basado en una idea original de Lewis John Carlino 
Producción: René Besson, Robert Chartoff, William Chartoff, Rob Cowan, Marcy Drogin, Avi Lerner, John Thompson, David Winkler & Irwin Winkler
Fotografía: Eric Schmidt
Música: Mark Isham 
Montaje: T.G. Herrington & Todd Miller
Diseño de producción: Richard Lassalle
Dirección artística: Jason Hamilton 
Decorados: Leonard R. Spears 
Vestuario: Christopher Lawrence
Reparto: Jason Statham, Ben Foster, Tony Goldwyn, Donald Sutherland, Jeff Chase, Mini Anden, James Logan, Eddie J. Fernandez, Joshua Bridgewater, John McConnell, Christa Campbell, Joel Davis, Mark Nutter, Ardy Brent Carlson, Lara Grice, Lance E. Nichols, J.D. Evermore, Ada Michelle Loridans, Linnzi Zaorski, Dawn Neufeld, Molly Rosenblatt, Bill Scharpf, John Teague, David Leitch, Jen Ortega, LaTeace Towns-Cuellar, Paul Abraham, Katarzyna Wolejnio, Larrel France, Danny Cosmo, Derek Schreck, Choop… 

pierde la trama, pero ganan los personajes

The Mechanic es el último vehículo de acción protagonizado por Jason Statham. Una versión de la película de nombre homónimo que protagonizara, en 1972, Charles Bronson y que si a este le dirigiera Michael Winner, al actor londinense le dirige el también británico Simon West.

No es casualidad que mencione las nacionalidades pues, desconociendo este detalle, durante la proyección, más que estar ante el remake de una película americana, la verdad es que The Mechanic parece evocar las películas de gángsteres protagonizadas por Michael Caine, también en los años setenta. Un aire estimulado por la banda sonora de Mark Isham que también parece recordar, por momentos, los ritmos y compases de la banda sonora de la magnífica Get Carter.

De acuerdo, no he visto la de los años setenta, pero a veces es mejor así para poder valorar en su justa medida la versión, el remake. Que en este caso y prestando atención a lo que he leído sobre su predecesora, las partes que menos funcionan parecen ser, precisamente, las que se han añadido en esta nueva versión. Las que relacionan al que será el aprendiz de Arthur Bishop (Jason Statham), Steve Mckenna (Ben Foster), con el que fuera uno de los contratos que más le cuesta llevar a cabo, el de su amigo y mentor Harry McKenna (Donald Sutherland).

Si la voice over que nos presenta a Arthur como un mercenario que trabaja bajo contrato era innecesaria, la secuencia en la que se explican los motivos por los que debe ejecutar a Harry resulta demasiado evidente. Aún así, lo cierto es que la trama de la película avanza de una manera bastante natural y creíble, facilitando que obviemos las partes previsibles (también hay que hacer un leve esfuerzo para creerse la bajada en caída libre por la cuerda, a pesar del arnés y de que podían haber bajado practicando rappel). Pero si algunas partes del desarrollo de la acción resultan previsibles, lo cierto es que la relación de los personajes no va por la misma línea, permitiendo que el espectador acabe por interesarse con lo que pueda venir.

No es la primera vez que Simon West incluye en una de sus películas personajes gays, ya lo hiciera en Con-Air (1997) —-aunque aquello era más bien una sarasa—- y, ciertamente, me parece muy coherente que en un ambiente tan masculino como el que se produce en las películas de acción, llenas de tantos hombretones duros, exageradamente masculinos, la testosterona haga estragos siendo perfectamente coherente que entre ellos haya algún personaje de orientación homosexual. Tal y como sucede en las violentas películas de Takeshi Kitano, que siempre incluyen personajes homosexuales incorporados dentro de la trama con asombrosa naturalidad. Quizás en estos toques se intuya también el toque del guionista, Richard Wenk, responsable de un auténtico título kitsch, como era Vamp (1986, Richard Wenk), que no sólo escribe sino que también dirige.

No cabe duda de que uno de los aciertos de la película es su reparto, pues a pesar de que los diálogos no estén demasiado pulidos, se agradece la presencia de actores como Ben Foster y, sobre todo, Donald Sutherland. Nada tengo que decir en contra de Jason Statham, la verdad, perfecto en su cometido, resulta mucho más creíble y auténtico que otros héroes de acción con los que compartía cartel, por ejemplo en The Expendables (2010, Sylvester Stallone).

Quizás el aroma europeo que se pretende aportar no sea suficiente para armar un thriller tan místico como fuera El americano (The American, 2010, Anton Corbjin), pero resulta una obra mucho más estimulante que otras de idénticas características.


Publicado originalmente en EXTRACINE


miércoles, 16 de marzo de 2011

El rito


Título original: The Rite
Año: 2011
País: EE.UU.

Dirección: Mikael Hafström
Guión: Michael Petroni, basado en una novlea de Matt Baglio
Producción: Beau Tuohy & Tripp Vinson
Fotografía: Ben Davis
Música: Alex Heffes
Montaje: David Rosenbloom
Diseño de producción: Andrew Laws
Dirección artística: Lóránt Jávor & Stuart Keams
Decorados: Peter Walpole
Vestuario: Carlo Poggioli
Reparto: Anthony Hopkins, Colin O'Donoghue, Alice Braga, Ciarán Hinds, Toby Jones, Rutger Hauer, Marta Gastini, Maria Grazia Cucinotta, Arianna Veronesi, Andrea Calligari, Chris Marquette, Torrey DeVitto, Ben Cheetham, Marija Karan, Rosa Pianeta, Giampiero Ingrassia, Rosario Tedesco, Cecilia Dazzi, Attila Bardóczy, Nadia Kibout, Anita Pititto, Sandor Baranyai, Fabioal Balestriere, Anikó Vincze… 

ah, que era una parodia

Tampoco es que Evil (Ondskan, 2003, Mikael Hafström)) fuera una película espléndida, estaba bien, poco más. Pero tras ver The Rite, la última película de Mikael Hafström, lo único que se me ocurre pensar es que al cineasta sueco le ha sucedido lo mismo que ha tantos directores no estadounidenses, que una vez entran en contacto con Hollywood pierden toda su personalidad y capacidad creativa.

No dudo que debe ser muy complicado abordar una película que inevitablemente va a ser comparada con El exorcista (The Exorcist, 1973, William Firedkin), pero no porque haya curas que practiquen cosas tan poco comunes como exorcismos, sino porque precisamente, con la intención de avanzar en su propio argumento, se espera que la hallamos visto para no entretenerse con las explicaciones sobre los asuntos del demonio y las posesiones.

Porque ¿cual es el tema de The Rite? Si es la pérdida de la fe de un casi sacerdote, la verdad es que el planteamiento me parece erróneo de principio, porque desarrollar un argumento partiendo de esa base puede que resulte muy apropiado como paradigma para un guión cinematográfico, pero no precisamente para uno sobre religión pues la fe es, precisamente, la creencia en algo de lo que no se tienen pruebas, de lo que no hay evidencias. Se cree porque se elige creer. Sin más.

Aunque claro, también podríamos afrontar The Rite como un filme de ciencia ficción. No sé qué resulta más fantástico, la flamante sala provista de ordenadores de ultimísima generación que funcionan al tacto y el hecho de que unas modositas mojas sean capaces de utilizarlo como el que corta el pan con la mano, que el hecho de que en el seno de la iglesia se organicen cursos de exorcismo como el que organiza uno de Business English.

Que haya posesión o no, la verdad es que casi que ni lo pongo en duda, también habrán pensado que ya dejara la cuestión clara El exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005, Scott Derrickson). No es que no me importe, es que da lo mismo, porque como película de terror no funciona en absoluto. Tan sólo queda divertirse con la irónica actuación de Anthony Hopkins, a quien debieron dar rienda suelta a todo su gusto por el exceso —-memorable la bofetada a la niña—- y que, indudablemente, debió pasárselo en grande rememorando aquellas interpretaciones que hiciera para películas de terror como Las dos vidas de Audrey Rose (Audrey Rose, 1977, Robert Wise) o Magic (1978, Richard Aatenborough).

Del resto del reparto, por muy estupendos que sean tanto Rutger Hauer, como Ciarán Hinds o Toby Jones, en vano quedan sus esfuerzos cuando el protagonista de la película, Colin O’Donoghue no está en ningún momento a la altura. Tan sólo resaltar que ya parece ser oficial, que Alice Braga está empeñada en participar, aparte de los filmes que haga en su país, en todos los bodrios que le salgan al paso, aunque eso sí, ella siempre sale estupenda.

Publicado originalmente en EXTRACINE